2011 - Dualisme

Arquitectura y Arte

Así como sucede en toda narración cosmogónica que pretende poner en orden el caos, aquí, más allá de la mítica y narrativa, se pretende poner en orden el modo de mirar. Un precepto materializado a través de un lenguaje alternado que se agrupa en dos componentes, dos geometrías contrapuestas en forma de L, dos modos de vivir. Al igual que en el diagrama del Taji, partes independientes y a su vez codependientes entrelazadas en un equilibrio dinámico inseparable y al mismo tiempo divisibles.

Nos encontramos al norte del municipio de Muro, en Mallorca, en una zona agrícola muy cerca de la zona costera, en la que el llano paisaje agreste comienza a respirar el aire litoral. Un lugar contrapuesto en sí mismo, donde convive la aridez del campo con la fertilidad de la albufera. Otra dualidad más que acompañará al proyecto de esta casa, conduciendo toda una serie de decisiones hacia la duplicidad y lo confrontado.

La casa viene conformada por dos volúmenes en forma de L posicionados en simetría axial, dando lugar a una planta cruciforme con un eje alineado en el que se situarán todos los servicios y dos ejes desalineados en los que se albergarán los usos principales. Una de estas piezas albergará la zona de día mientras que otra acogerá el área de noche; dos fuerzas fundamentales opuestas y a la par complementarias que tensionan la mirada de la casa hacia el exterior.

La geometría de tendencia excéntrica de la casa delimita cuatro patios, cada uno de ellos directamente relacionado con una de las cuatro alas de la casa. Encontramos una doble jerarquía de patios interactuando dos a dos con los bloques de día y de noche.

Los espacios que se generan en el encuentro entre las dos «Ls » tendrán un carácter neutral y etéreo, actuando como zonas intermedias entre los ámbitos de día de noche y absorbiendo la tensión generada entre las partes.

En contraposición a lo anterior, el patio al que abraza la zona de día tendrá un carácter más humanizado, donde el interior se desdibuja y extiende hacia el exterior mediante la ubicación de una terraza y piscina. El patio sobre el que versa la zona de noche será lo contrario, un lugar que se abre hacia fuera, pero contenido a través del posicionamiento de toda una serie de especies arbustivas que transforman el patio en un lugar más recogido en consonancia con las estancias a las que da cara.

Existe una voluntad a un diálogo entre las partes, el cual se expresa no solamente en la composición geométrica de las estancias, sino también en la elección de materiales y otros gestos.

En este sentido, desde el punto de vista de la composición espacial la zona de noche se ve mucho más compartimentada y fragmentada que la zona de día, donde destaca una percepción diáfana y continua de todo el espacio, oponiéndose los lugares de intimidad y recogimiento a los de interacción y convivencia. Asimismo, en la zona de día se abre el interior para conciliarse con el exterior a través de un gran porche que actuará como entreacto, un umbral versado hacia la terraza, la cual, a su vez, tomará la composición del pavimento interior, tomándolo como propio.

Hacia el exterior, estas dos alas se expresan a través de una selección de materiales contrarios entre sí, de tal modo que un revoco fino que traslada un temperamento de calma envuelve el área de noche, mientras que una piedra más cálida e irregular lo hace con el área de día. Un modo más de exteriorizar y remarcar la dualidad como elemento generador de la casa.