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Arquitectura y Arte
En el Pla de Mallorca encontramos una casa de campo para la cual se construye una piscina. Su forma está estrechamente ligada a dos factores: las condiciones del terreno y el uso que se le dará.
La casa ocupa el extremo norte de una parcela alargada en la dirección de la pendiente, ligeramente descendiente de nordeste a sudeste. Así pues, la piscina se sitúa en un punto privilegiado entre la casa y las vistas.
La condición panorámica de la ubicación se potencia con una planta en forma de ele. Señalando dos directrices visuales perpendiculares, la piscina se funde con el horizonte mediante la sensación de continuidad.
En contraste con la espectacularidad con la que se enmarcan las vistas, la propia piscina pasa desapercibida desde su entorno a través de sus colores y materiales. De este modo se quiere ceder todo el protagonismo al paisaje.
Es habitual en la zona ver diferentes muretes de piedra seca que contienen las tierras en forma de bancales. Como si se tratase de un bancal más, la piscina salva el desnivel del terreno y hace de la piedra su piel.
Al mismo tiempo, el color verde de sus acabados interiores se mimetiza con la vegetación circundante y, vista desde un avión, la piscina muestra la apariencia de un aljibe que sirve para regar el campo de almendros.
La piscina son dos piscinas en una, no sólo por su doble orientación a las vistas. Esta casa de campo sirve a sus propietarios para huir del ritmo de la ciudad, y lo consiguen con el descanso, pero también con el ejercicio físico. La combinación entre deporte y relajación se materializa en la dualidad de la forma.
Una piscina dinámica, una estática. Una pensada para nadar, una para sentarse y contemplar. Como los mismos nadadores que la disfrutan, la piscina también usa dos brazos.
En coherencia con la naturaleza del terreno, una de las dos direcciones es más larga, la paralela a las curvas de nivel. Este brazo contiene la máxima profundidad del agua a lo largo de todo el recorrido y permite ser usada como carril de natación.
En cambio, el brazo corto, paralelo a la línea de máxima pendiente del terreno, se fragmenta y se escalona en planos que hacen descender al usuario progresivamente desde la cota de acceso hasta la cota inferior y permiten pararse en cada uno de ellos experimentando una profundidad diferente.
Las superficies bañadas por el agua se muestran como una escultura sencilla. Los planos se doblan sobre ellos mismo coincidiendo con el despiece de la piedra. Las juntas, las vetas y los diferentes tonos de verde dan un fuerte carácter expresivo a la escultura, en contraposición a la sobriedad y discreción de la pared seca de los bancales exteriores.
Localización:
Santa Margalida, Mallorca
Superfície:
86,20 m2 construidos.
Cliente:
Privado.
Constructor:
Construccions Riutort Serra S.L.
Colaboradores:
Acabados interiores
Cubierta e instalaciones
Agradecimientos:
Mobiliario y decoración
Período:
2018 - 2020
Fotografía:
Nora Studio.
Nøra Studio
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